
Comentario crítico sobre la corrupción en nuestro entorno, realizado a partir de la reflexión sobre las ideas políticas de santo Tomás.
La reflexión
filosófica de tipo político en Santo Tomás no obedece a una elaboración
sistemática o concreta sobre lo que puede considerarse una filosofía política.
No obstante realiza derivaciones filosóficas de tipo político a partir de la
deducción racional de los principios fundamentales de su filosofía. Estas
ideas se encuentran dispersas en su obra, pero pueden establecerse ciertos
elementos que sobresalen en relación con la organización política de las
sociedades.
En segunda instancia
debe tenerse en cuenta la influencia importante y definitiva de la obra de
Aristóteles en la filosofía de santo Tomás. Además de los planteamientos
esquemáticos sobre las formas de gobierno, un factor de comparación posible y
central de las dos filosofías radica en la idea felicidad a la que deben
aspirar las sociedades, al decir de Aristóteles, y la idea de bien común que
define Tomás como el factor más importante para la regulación objetiva de la
organización, gobierno y actividad pública en la sociedad ideal.
A partir de este
centro rector basado en la coordinación de los poderes y las capacidades
sociales en la búsqueda del bien común, santo Tomás encuentra que en primer
lugar, la sociedad es racional, es decir se debe a una ciencia que puede determinar
la mejor manera en la que se estructura la convivencia y la distribución del
poder.
Esta política
racional se estructura a partir de principios reguladores que facilitan el
proceso orgánico de los cuerpos sociales. El primero de ellos es que el Príncipe
encargado de dirigir las sociedades debe estar convencido y educado hacia los
modelos que favorezcan el bien común, no de otra manera podrá registrarse una
evolución benigna en los cuerpos sociales. De la misma manera, la mención del
príncipe redunda en que todo cuerpo social debe estar gobernado por un jefe o
director supremo. En segunda instancia se diserta sobre los modelos políticos
más afines con el bien común, estos serían la monarquía, la aristocracia y la
república. Cuando este tipo de asociaciones adolecía de interés por el bien
común se hablaba de tiranía, oligarquía y democracia.
Santo Tomás
encuentra que técnicamente la monarquía sería la versión ideal de gobierno por
su capacidad de concitar un proceso expedito en la resolución de los asuntos de
gobierno. No obstante la realidad práctica hace necesario un régimen mixto en
el cual se obtiene lo mejor de las tres disposiciones benignas. Esto es, una
monarquía sustentada y fortalecida a partir de la aristocracia ilustrada y de
la libertad que ofrece la democracia como auspiciadora de la soberanía popular
como principal baluarte de lo político.
Vemos que en
términos institucionales el sistema que enuncia santo Tomás, a partir de la
lectura de Aristóteles, está convenido con el tipo de régimen político que más
tiene desarrollo en Occidente. Este se define a partir de instancias de tipo
democrático en las cuales la ley ejerce como factor superior de elaboración
intelectual, institucional y constitucional sobre la organización política de
las sociedades y cuyo gobierno se regula partir de un liderazgo fuerte
que actúa en complemento con un senado y un pueblo con capacidad de elección o
decisión. Bien sea el régimen presidencialista, parlamentario, monarquía
constitucional, republicano, entre otros, como los más vistos en el Occidente
democrático, la visión filosófica que impera es la desarrollado por la
filosofía a partir de las ideas políticas de de Aristóteles y desarrolladas por
filósofos posteriores como santo Tomás.
Sin embargo, estos
modelos institucionales pueden correr hacia derivas que hacen patente la
dificultad por lograr la estructura ideal en el orden político de las
sociedades. Pueblos como el colombiano, poseen un sistema político muy voluble
y poco centrado en el interés fundamental del bien común, lo cual termina por
socavar el formalismo institucional para hacerlo funcional a intereses
egoístas. Este proceso se denomina corrupción y en su base está la cooptación
del modelo democrático con el fin de fomentar un uso perverso de la política
bajo la apariencia de legalidad y orden constitucional público. Ninguna
sociedad del mundo de tipo democrático o republicano está exenta de este
problema, sin embargo las sociedades europeas han logrado un nivel de eficacia
política mucho más conciente de la importancia de la pulcritud en la política
con el fin de no generar problemas estructurales que luego son difíciles de
resolver en razón a los desequilibrios profundos que generan en el cuerpo
social.
Uno de los grandes
problemas de sociedades como las latinoamericanas es el no haber podido
constituir un estadio político equilibrado bajo ninguna de las apuestas
políticas que se han sucedido en el poder. Los remanentes, las clientelas, la
violencia, el radicalismo, la inmadurez política, entre otros factores, han
sido contrarios a que se establezcan modelos productivos que puedan ser cada
vez mas incluyentes y fructíferos en atención al objetivo fundamental del bien
común.
En nuestro entorno
nacional, departamental y municipal no dejan de sucederse las denuncias por
casos de corrupción. Malversación, falta de transparencia en la adjudicación de
recursos públicos, cohecho, entre otras variedades de corrupción pueden ser
vistas constantemente en las informaciones y noticias. En la ciudad de Bogotá,
por ejemplo, es todavía vigente el gran desfalco de los recursos públicos que
se llevó a cabo con el carrusel de la contratación, en el cual se desarrolló un
sistema de corrupción que tuvo implicaciones de todo tipo, desde las
administrativas y ejecutivas hasta judiciales.
Otro caso actual es
la corrupción de Odebrecht, que es muy visible por su extensa trama y
organización no solo municipal, departamental y nacional sino internacional, a
nivel de América Latina. Un caso de gran calado que demuestra que ante la
inmadurez política, avidez, coacción, ambición y oportunismo político América
Latina esta en mora de una reflexión profunda sobre las verdaderas causas de la
desigualdad, pobreza y falta de movilidad social. Por último cabe mencionar el
caso de Corrupción de la Guajira, Colombia que demuestra el nivel de
indolencia, insensatez, cinismo y violencia al que pueden llegar los políticos
en aras de seguir usufructuando de manera indebida los recursos públicos.
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