viernes, 14 de abril de 2017

LA POLÍTICA DE SANTO TOMAS Y UN ANÁSLISIS DE NUESTRA POLÍTICA

                       
Comentario crítico sobre la corrupción en nuestro entorno, realizado a partir de la reflexión sobre las ideas políticas de santo Tomás.
La reflexión filosófica de tipo político en Santo Tomás no obedece a una  elaboración sistemática o concreta sobre lo que puede considerarse una filosofía política. No obstante realiza derivaciones filosóficas de tipo político a partir de la deducción racional de los principios fundamentales de su filosofía.  Estas ideas se encuentran dispersas en su obra, pero pueden establecerse ciertos elementos que sobresalen en relación con la organización política de las sociedades.
En segunda instancia debe tenerse en cuenta la influencia importante y definitiva de la obra de Aristóteles en la filosofía de santo Tomás. Además de los planteamientos esquemáticos sobre las formas de gobierno, un factor de comparación posible y central de las dos filosofías radica en la idea felicidad a la que deben aspirar las sociedades, al decir de Aristóteles, y la idea de bien común que define Tomás como el factor más importante para la regulación objetiva de la organización, gobierno y actividad pública en la sociedad ideal.
A partir de este centro rector basado en la coordinación de los poderes y las capacidades sociales en la búsqueda del bien común, santo Tomás encuentra que en primer lugar, la sociedad es racional, es decir se debe a una ciencia que puede determinar la mejor manera en la que se estructura la convivencia y la distribución del poder.
Esta política racional se estructura a partir de principios reguladores que facilitan el proceso orgánico de los cuerpos sociales. El primero de ellos es que el Príncipe encargado de dirigir las sociedades debe estar convencido y educado hacia los modelos que favorezcan el bien común, no de otra manera podrá registrarse una evolución benigna en los cuerpos sociales. De la misma manera, la mención del príncipe redunda en que todo cuerpo social debe estar gobernado por un jefe o director supremo. En segunda instancia se diserta sobre los modelos políticos más afines con el bien común, estos serían la monarquía, la aristocracia y la república. Cuando este tipo de asociaciones adolecía de interés por el bien común se hablaba de tiranía, oligarquía y democracia.
Santo Tomás encuentra que técnicamente la monarquía sería la versión ideal de gobierno por su capacidad de concitar un proceso expedito en la resolución de los asuntos de gobierno. No obstante la realidad práctica hace necesario un régimen mixto en el cual se obtiene lo mejor de las tres disposiciones benignas. Esto es, una monarquía sustentada y fortalecida a partir de la aristocracia ilustrada y de la libertad que ofrece la democracia como auspiciadora de la soberanía popular como principal baluarte de lo político.
Vemos que en términos institucionales el sistema que enuncia santo Tomás, a partir de la lectura de Aristóteles, está convenido con el tipo de régimen político que más tiene desarrollo en Occidente. Este se define a partir de instancias de tipo democrático en las cuales la ley ejerce como factor superior de elaboración intelectual, institucional y constitucional sobre la organización política de las sociedades y cuyo gobierno se regula  partir de un liderazgo fuerte que actúa en complemento con un senado y un pueblo con capacidad de elección o decisión. Bien sea el régimen presidencialista, parlamentario, monarquía constitucional, republicano, entre otros, como los más vistos en el Occidente democrático, la visión filosófica que impera es la desarrollado por la filosofía a partir de las ideas políticas de de Aristóteles y desarrolladas por filósofos posteriores como santo Tomás.
Sin embargo, estos modelos institucionales pueden correr hacia derivas que hacen patente la dificultad por lograr la estructura ideal en el orden político de las sociedades. Pueblos como el colombiano, poseen un sistema político muy voluble y poco centrado en el interés fundamental del bien común, lo cual termina por socavar el formalismo institucional para hacerlo funcional a intereses egoístas. Este proceso se denomina corrupción y en su base está la cooptación del modelo democrático con el fin de fomentar un uso perverso de la política bajo la apariencia de legalidad y orden constitucional público. Ninguna sociedad del mundo de tipo democrático o republicano está exenta de este problema, sin embargo las sociedades europeas han logrado un nivel de eficacia política mucho más conciente de la importancia de la pulcritud en la política con el fin de no generar problemas estructurales que luego son difíciles de resolver en razón a los desequilibrios profundos que generan en el cuerpo social.
Uno de los grandes problemas de sociedades como las latinoamericanas es el no haber podido constituir un estadio político equilibrado bajo ninguna de las apuestas políticas que se han sucedido en el poder. Los remanentes, las clientelas, la violencia, el radicalismo, la inmadurez política, entre otros factores, han sido contrarios a que se establezcan modelos productivos que puedan ser cada vez mas incluyentes y fructíferos en atención al objetivo fundamental del bien común.
En nuestro entorno nacional, departamental y municipal no dejan de sucederse las denuncias por casos de corrupción. Malversación, falta de transparencia en la adjudicación de recursos públicos, cohecho, entre otras variedades de corrupción pueden ser vistas constantemente en las informaciones y noticias. En la ciudad de Bogotá, por ejemplo, es todavía vigente el gran desfalco de los recursos públicos que se llevó a cabo con el carrusel de la contratación, en el cual se desarrolló un sistema de corrupción que tuvo implicaciones de todo tipo, desde las administrativas y ejecutivas hasta judiciales.

Otro caso actual es la corrupción de Odebrecht, que es muy visible por su extensa trama y organización no solo municipal, departamental y nacional sino internacional, a nivel de América Latina. Un caso de gran calado que demuestra que ante la inmadurez política, avidez, coacción, ambición y oportunismo político América Latina esta en mora de una reflexión profunda sobre las verdaderas causas de la desigualdad, pobreza y falta de movilidad social. Por último cabe mencionar el caso de Corrupción de la Guajira, Colombia que demuestra el nivel de indolencia, insensatez, cinismo y violencia al que pueden llegar los políticos en aras de seguir usufructuando de manera indebida los recursos públicos.

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