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Importancia de la obra de Aristóteles en la Edad Media y problemas que presenta el redescubrimiento del mismo al cristianismo medieval

Importancia de la obra de Aristóteles en la Edad Media y problemas que presenta el redescubrimiento del mismo al cristianismo medieval
La obra de Aristóteles es conocida en Europa
solo hasta el siglo XII y XIII durante la Edad Media. Su introducción en el
ámbito europeo se da gracias a los comentadores musulmanes.
La filosofía aristotélica contribuyó al
progreso del ambiente académico de las grandes universidades de Europa, en
razón a su énfasis sistemático en la reflexión filosófica. La investigación
aristotélica de la naturaleza, la metafísica, la política, entre otras facetas
de la realidad, produjeron un interés renovado por temáticas que comenzaban a
ser cada vez más importantes en las postrimerías de la Edad Media. Según Di
Vincenzo (2012), es en la universidad de París donde se ejemplifica de manera
más elocuente el debate en torno a las
ideas de Aristóteles. Lo anterior en razón al interés que suscitaba su estudio
y posibilidades, pero donde se producía un debate en torno a las mismas en
razón a que muchas de sus ideas eran contrarias a las doctrinas de la teología
cristiana.
Por esta razón, las prohibiciones hacia el
estudio de Aristóteles se desarrollaron desde inicios del siglo XIII. En el
fondo del debate estaba latente el problema de los alcances de la razón y de la
fe como fundamentos del conocimiento. Para la iglesia católica, la razón y la
ciencia solo deberían ser aceptadas en la medida en que no resultaran
contrarias a las verdades reveladas, de fe o autoridad.
Según
Di Vincenzo (2012), aun con las prohibiciones a la filosofía de
Aristóteles que se sucedieron durante el siglo XIII en los años 1210, 1215,
1231, 1270 o 1277 (esta última condenaba con la excomunión la defensa de ideas
contrarias al dogma), no pudo mermarse el interés por la obra del autor griego
en las universidades más importantes de Europa.
Algunos de los temas que despertaban mayor
confrontación entre las autoridades religiosas y los textos griegos eran, por
ejemplo, la idea aristotélica sobre la eternidad del mundo, lo que contradecía
el dogma de la creación cristiano; también la idea que parecía vincular al Dios
con el universo, lo cual se conoce en filosofía como panteísmo; de la misma
manera, se debatía la causalidad determinista de Aristóteles, a partir de la cual no se hacía posible la
intervención divina en el orden natural; también la mención aristotélica que
negaba la inmortalidad del alma.
Esta situación obligó a la iglesia a
desarrollar estrategias de investigación filosófica y teológica que pudieran
hacer frente a los nuevos horizontes intelectuales presentes en la Baja Edad
Media. El alto influjo del conocimiento, el estudio de la naturaleza y la
filosofía, hacen por tanto posible que en la iglesia católica se incentive la
resolución o formulación de vías de entendimiento. Algunos exponentes de esta
tendencia son, por ejemplo, Roger Bacon y Alberto magno, este último cuyo
estudio y favorecimiento de la filosofía aristotélica contribuyó en su
discípulo Tomás de Aquino hacia una elaboración teológica de fundamentación
realista y racional.
2. Haz
un juicio sobre Tomás de Aquino como filósofo.
Santo Tomás ha logrado que la historia de la
filosofía le reconozca un sitial destacado, en razón a la vigencia que
demuestra poseer en muchos de los temas que trató dentro de su pensamiento.
Desde el conocimiento introductorio que tenemos sobre su obra no podemos valorar
de manera general cada una de sus elaboraciones filosóficas, pero entendemos
que su propuesta presenta niveles de exhaustividad y profundidad intelectual
que sugieren altas cotas de responsabilidad académica y que han favorecido la
altura en la discusión de temas complejos para las sociedades occidentales.
3. ¿Qué
opinión tienes sobre la relación entre la fe y la razón? Escribe un pequeño
comentario al respecto.
La opinión personal que puedo señalar al
respecto tiene que ver con considerar a la fe y la razón como las dos esferas
principales de asimilación y aprehensión sobre la realidad que tiene el ser
humano.
La fe, por una parte, como elaboración de
perspectivas básica sobre lo que espera el hombre en su trato con la
naturaleza, ha devenido paulatinamente en religión, precepto o cultura. La
razón, por su parte, es la herramienta fundamental para acometer la variedad de
disposiciones cotidianas en la acción instrumental, con tendencia a la
acumulación y estructura sistemática.
Por lo tanto, fe y razón, más allá de sus concreciones más
elaboradas, las religiones y la ciencia, representan instancias de arraigo de
la conciencia humana para lograr estabilidad, supervivencia, hallar sentido a
la vida y para la actividad diaria en medio de los múltiples y variados
obstáculos que a través de la historia el hombre ha hallado.
De esta manera, distanciándonos del debate
tradicional entre fe y razón o ciencia y religión, lo denominado fe será —mientras
lo humano sea tal como lo conocemos—, la confianza general presente en el
proceso de intencionalidad o enfrentamiento a un futuro posible en el cual
siempre persiste una cuota muy alta del azar en sus determinaciones. La razón
por su parte, constituirá el intento por atenuar lo impredecible a partir del
estudio de los procesos estables de comportamiento humano o natural.
4. Haz
una comparación crítica entre la universidad en la edad media y la universidad
actual
La universidad en un sentido cabal sobre su
función y perspectivas es una institución que puede tener sus antecedentes más
antiguos en los centros de estudio de filosofía griega como los de Platón,
Aristóteles, Pitágoras o el helenismo. Luego, a partir del aporte musulmán, la
universidad europea se constituye como un centro indispensable de impulso a los
procesos de desarrollo social en el ámbito profesional y social.
Dentro de las características que podemos
hallar como consustanciales al modelo universitario fructífero de tipo
occidental está la posibilidad de hallar un lugar para el debate y la
discusión, en el cual se hace posible el avance del conocimiento más allá de la
fuerte influencia de poderes sociales, políticos o económicos.
Este cometido no se presenta como una meta
fácil de lograr, en la medida en que el poder siempre intenta mantenerse a
partir de la protección de los fundamentos de distinto tipo por los cuales se
hace predominante. Pero la universidad solo puede hacer posible un desarrollo benigno
de su función en la medida en que prime siempre el razonamiento, la
argumentación, la investigación y la formación de personal calificado por medio
de los cuales una sociedad pueda seguir desarrollándose de manera sostenible.
En este sentido, la universidad ciertamente
puede tener en amplio sentido correspondencias históricas, ideológicas,
culturales o tradicionales que pueden señalar una cierta tendencia en sus
procesos de encuentro con la generación de conocimiento. Sin embargo, esta
intención básica no puede desconocer el debate y los resultados de la
investigación coherente en el amplio campo universitario o del saber, so pena
de disminuir su prestigio y capacidad de influencia.
Desde este punto de vista, existen muchas
similitudes entre la universidad antigua y la moderna. El tema que tratamos
anteriormente de la presencia de Aristóteles en el ámbito académico denota la
siempre presente discusión y luchas del conocimiento por su lugar dentro del
modelo social. En las sociedades donde de facto no es permitido este debate no
se puede hablar estrictamente de universidad, por su ausencia de universalidad
en el tratamiento del saber, lo cual está en muchas ocasiones ligado a
instituciones políticas autoritarias. El ámbito universitario de un país es, por
lo tanto, el lugar de discusión y presentación de propuestas de desarrollo
social a partir de la argumentación racional y objetiva.
5. ¿Qué
desafíos crees que tiene la filosofía actual en Colombia, sobre todo en este
ambiente de Post-Acuerdo?
El ejercicio del filósofo colombiano en este
periodo de transición altamente convulso al que se enfrenta Colombia en su
instancia de Post-acuerdo, debe, desde nuestra opinión, ser una posibilidad
siempre presente para infundir horizontes posibles de desarrollo a partir de
las potencias y posibilidades de cada momento histórico. Es decir, el filósofo
y la filosofía en Colombia debe estar atento a no permitir que la reflexión se
asimile totalmente las pugnas cotidianas, que más que responder a objetivos de
tipo filosófico responden a intereses particulares. De esta manera, la
reflexión y sus luces no se verán conminadas a un contexto instrumental o
regresivo en el cual pierda su eficacia y sea sometida y se diluya de acuerdo
al poder circunstancial.
Desde este talante general, la filosofía
colombiana podrá analizar con objetividad el proceso nacional, pero siempre a
la luz del saber general y de las posibilidades de lectura que da la
interdisciplinariedad y el interés por el conocimiento. Tendrá así la capacidad
en mayor o menor medida pero siempre productiva de propiciar argumentos,
entendimiento, diagnóstico o posibilidades de acción, a partir de la
rigurosidad que le caracteriza y a su propensión a la discusión democrática.
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