viernes, 14 de abril de 2017

INFORME ALEX CAMACHO

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 Importancia de la obra de Aristóteles en la Edad Media y problemas que presenta el redescubrimiento del mismo al cristianismo medieval
La obra de Aristóteles es conocida en Europa solo hasta el siglo XII y XIII durante la Edad Media. Su introducción en el ámbito europeo se da gracias a los comentadores musulmanes.
La filosofía aristotélica contribuyó al progreso del ambiente académico de las grandes universidades de Europa, en razón a su énfasis sistemático en la reflexión filosófica. La investigación aristotélica de la naturaleza, la metafísica, la política, entre otras facetas de la realidad, produjeron un interés renovado por temáticas que comenzaban a ser cada vez más importantes en las postrimerías de la Edad Media. Según Di Vincenzo (2012), es en la universidad de París donde se ejemplifica de manera más elocuente  el debate en torno a las ideas de Aristóteles. Lo anterior en razón al interés que suscitaba su estudio y posibilidades, pero donde se producía un debate en torno a las mismas en razón a que muchas de sus ideas eran contrarias a las doctrinas de la teología cristiana.
Por esta razón, las prohibiciones hacia el estudio de Aristóteles se desarrollaron desde inicios del siglo XIII. En el fondo del debate estaba latente el problema de los alcances de la razón y de la fe como fundamentos del conocimiento. Para la iglesia católica, la razón y la ciencia solo deberían ser aceptadas en la medida en que no resultaran contrarias a las verdades reveladas, de fe o autoridad.
Según  Di Vincenzo (2012), aun con las prohibiciones a la filosofía de Aristóteles que se sucedieron durante el siglo XIII en los años 1210, 1215, 1231, 1270 o 1277 (esta última condenaba con la excomunión la defensa de ideas contrarias al dogma), no pudo mermarse el interés por la obra del autor griego en las universidades más importantes de Europa.
Algunos de los temas que despertaban mayor confrontación entre las autoridades religiosas y los textos griegos eran, por ejemplo, la idea aristotélica sobre la eternidad del mundo, lo que contradecía el dogma de la creación cristiano; también la idea que parecía vincular al Dios con el universo, lo cual se conoce en filosofía como panteísmo; de la misma manera, se debatía la causalidad determinista de Aristóteles, a partir  de la cual no se hacía posible la intervención divina en el orden natural; también la mención aristotélica que negaba la inmortalidad del alma.
Esta situación obligó a la iglesia a desarrollar estrategias de investigación filosófica y teológica que pudieran hacer frente a los nuevos horizontes intelectuales presentes en la Baja Edad Media. El alto influjo del conocimiento, el estudio de la naturaleza y la filosofía, hacen por tanto posible que en la iglesia católica se incentive la resolución o formulación de vías de entendimiento. Algunos exponentes de esta tendencia son, por ejemplo, Roger Bacon y Alberto magno, este último cuyo estudio y favorecimiento de la filosofía aristotélica contribuyó en su discípulo Tomás de Aquino hacia una elaboración teológica de fundamentación realista y racional.

2.    Haz un juicio sobre Tomás de Aquino como filósofo.
Santo Tomás ha logrado que la historia de la filosofía le reconozca un sitial destacado, en razón a la vigencia que demuestra poseer en muchos de los temas que trató dentro de su pensamiento. Desde el conocimiento introductorio que tenemos sobre su obra no podemos valorar de manera general cada una de sus elaboraciones filosóficas, pero entendemos que su propuesta presenta niveles de exhaustividad y profundidad intelectual que sugieren altas cotas de responsabilidad académica y que han favorecido la altura en la discusión de temas complejos para las sociedades occidentales.

3.    ¿Qué opinión tienes sobre la relación entre la fe y la razón? Escribe un pequeño comentario al respecto.
La opinión personal que puedo señalar al respecto tiene que ver con considerar a la fe y la razón como las dos esferas principales de asimilación y aprehensión sobre la realidad que tiene el ser humano.
La fe, por una parte, como elaboración de perspectivas básica sobre lo que espera el hombre en su trato con la naturaleza, ha devenido paulatinamente en religión, precepto o cultura. La razón, por su parte, es la herramienta fundamental para acometer la variedad de disposiciones cotidianas en la acción instrumental, con tendencia a la acumulación y estructura sistemática.
Por lo tanto,  fe y razón, más allá de sus concreciones más elaboradas, las religiones y la ciencia, representan instancias de arraigo de la conciencia humana para lograr estabilidad, supervivencia, hallar sentido a la vida y para la actividad diaria en medio de los múltiples y variados obstáculos que a través de la historia el hombre ha hallado.
De esta manera, distanciándonos del debate tradicional entre fe y razón o ciencia y religión, lo denominado fe será —mientras lo humano sea tal como lo conocemos—, la confianza general presente en el proceso de intencionalidad o enfrentamiento a un futuro posible en el cual siempre persiste una cuota muy alta del azar en sus determinaciones. La razón por su parte, constituirá el intento por atenuar lo impredecible a partir del estudio de los procesos estables de comportamiento humano o natural.

4.    Haz una comparación crítica entre la universidad en la edad media y la universidad actual
La universidad en un sentido cabal sobre su función y perspectivas es una institución que puede tener sus antecedentes más antiguos en los centros de estudio de filosofía griega como los de Platón, Aristóteles, Pitágoras o el helenismo. Luego, a partir del aporte musulmán, la universidad europea se constituye como un centro indispensable de impulso a los procesos de desarrollo social en el ámbito profesional y social.
Dentro de las características que podemos hallar como consustanciales al modelo universitario fructífero de tipo occidental está la posibilidad de hallar un lugar para el debate y la discusión, en el cual se hace posible el avance del conocimiento más allá de la fuerte influencia de poderes sociales, políticos o económicos.
Este cometido no se presenta como una meta fácil de lograr, en la medida en que el poder siempre intenta mantenerse a partir de la protección de los fundamentos de distinto tipo por los cuales se hace predominante. Pero la universidad solo puede hacer posible un desarrollo benigno de su función en la medida en que prime siempre el razonamiento, la argumentación, la investigación y la formación de personal calificado por medio de los cuales una sociedad pueda seguir desarrollándose de manera sostenible.
En este sentido, la universidad ciertamente puede tener en amplio sentido correspondencias históricas, ideológicas, culturales o tradicionales que pueden señalar una cierta tendencia en sus procesos de encuentro con la generación de conocimiento. Sin embargo, esta intención básica no puede desconocer el debate y los resultados de la investigación coherente en el amplio campo universitario o del saber, so pena de disminuir su prestigio y capacidad de influencia.
Desde este punto de vista, existen muchas similitudes entre la universidad antigua y la moderna. El tema que tratamos anteriormente de la presencia de Aristóteles en el ámbito académico denota la siempre presente discusión y luchas del conocimiento por su lugar dentro del modelo social. En las sociedades donde de facto no es permitido este debate no se puede hablar estrictamente de universidad, por su ausencia de universalidad en el tratamiento del saber, lo cual está en muchas ocasiones ligado a instituciones políticas autoritarias. El ámbito universitario de un país es, por lo tanto, el lugar de discusión y presentación de propuestas de desarrollo social a partir de la argumentación racional y objetiva.

5.    ¿Qué desafíos crees que tiene la filosofía actual en Colombia, sobre todo en este ambiente de Post-Acuerdo?
El ejercicio del filósofo colombiano en este periodo de transición altamente convulso al que se enfrenta Colombia en su instancia de Post-acuerdo, debe, desde nuestra opinión, ser una posibilidad siempre presente para infundir horizontes posibles de desarrollo a partir de las potencias y posibilidades de cada momento histórico. Es decir, el filósofo y la filosofía en Colombia debe estar atento a no permitir que la reflexión se asimile totalmente las pugnas cotidianas, que más que responder a objetivos de tipo filosófico responden a intereses particulares. De esta manera, la reflexión y sus luces no se verán conminadas a un contexto instrumental o regresivo en el cual pierda su eficacia y sea sometida y se diluya de acuerdo al poder circunstancial.

Desde este talante general, la filosofía colombiana podrá analizar con objetividad el proceso nacional, pero siempre a la luz del saber general y de las posibilidades de lectura que da la interdisciplinariedad y el interés por el conocimiento. Tendrá así la capacidad en mayor o menor medida pero siempre productiva de propiciar argumentos, entendimiento, diagnóstico o posibilidades de acción, a partir de la rigurosidad que le caracteriza y a su propensión a la discusión democrática.

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