jueves, 25 de mayo de 2017

LA POLÍTICA DE TOMAS DE AQUINO EN LA ACTUALIDAD


En este análisis, es importante partir por el concepto de la ética que plantea Tomás de Aquino. Es claro que sus planteamientos en este sentido tienen una gran influencia del pensamiento aristotélico, toda vez que se proyecta la felicidad como el fin último del ser humano. La diferencia radica en que para Aristóteles la felicidad se alcanza en este mundo, mientras que Tomás esencializa su concepto de felicidad en el conocimiento divino. Es decir, el fin último de la felicidad perfecta no es terrenal, sino que se encuentra anclada en la idea de Dios.

     Ahora bien, es importante mencionar que con Tomás de Aquino, se rompe el paradigma, que hasta entonces se había afianzado, y que enfatizaba el carácter pagano del Estado, teniendo como consecuencia una degradación de la vida política. Tomás, acogiendo la doctrina política de Aristóteles, reconoce que el hombre es por naturaleza un ser social y político. La sociedad es el estado natural, en que se desenvuelve la vida del hombre derivando en una comunidad, la cual debe estar sustentada en un bienestar para todos. En este sentido, la comunidad política muestra un valor ético íntimo y propio, es decir, tiene una dignidad incuestionable. Esta propuesta que relaciona individuo-sociedad, se encuentra afianzada en el principio de totalidad que expone Tomás de Aquino. Dicho principio, se basa la relación de todo a parte, la parte es para el todo, sabiendo éste disponer de aquella para sus intereses. Así, se pone de manifiesto la importancia del parte para el todo. Es decir, del individuo para la sociedad.

     En este análisis también preciso acotar que Tomás asigna al hombre un fin trascendente. En este sentido asigna un papel importante a la Iglesia en la organización de la vida del hombre. Así, y aun poniendo de manifiesto la independencia entre el Estado y la Iglesia, el primero debe regirse por las directrices de ésta, en concordancia con el fin trascendente del hombre.
    
     Afianzado entonces en un basamento ético de la política, y en la concepción de un bien para todos, Tomas se perfila como un gran innovador de cosa política.

     Ahora bien, la política en nuestro país ha utilizado de diversas maneras el argumento religioso como soporte para justificar su accionar. La influencia que ejerce la Iglesia, -sea esta católica o cristiana- en las decisiones del Estado, es un aspecto que no se puede soslayar. Es claro que nuestra política no está exenta de matices religiosos y que una u otra manera direccionan las políticas del Estado. Si bien el Estado Social de Derecho alcanzado a través de la constitución política del 91, tiene dentro sus principios el reconocimiento de igualdad, de derechos y del bien común para todos, sigue manteniendo en muchos aspectos y como eje regulador la pugna entre la ley natural y la ley divina.

     Lo anterior deja en evidencia, por un lado la fuerte injerencia de lo religioso, en campo político. Aspecto que - sin desconocer el componente espiritual que puede acompañar el ejercicio del gobierno - aleja la política de su verdadero propósito, al dotar al accionar humano y su ejercicio en comunidad, con fines y propósitos trascendentes, distanciándolos muchas veces de las necesidades y de la realidad concreta de la sociedad. De otra parte la acción política y del Estado, pareciera manejar un doble discurso, en el sentido que postula un bienestar para todos, pero en esencia su accionar legislativo, se distancia de las verdaderas y más sentidas necesidades de la comunidad, contraviniendo en este sentido los postulados de Tomás de Aquino al respecto.

Autor: Gonzalo Rojas Gerena


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